sábado, 21 de noviembre de 2009

Plutón

Desde pequeño me persigue una idea obsesiva cada vez que miro al cielo y veo las estrellas, si es que la polución de Madrid me lo permite: ¿existirán las estrellas que tengo ante mis ojos?

Teniendo en cuenta que la estrella más cercana al sistema solar es Alfa Centauri, que se encuentra a poco más de cuatro millones de años luz de la Tierra, pudiera ser que hace casi ese tiempo-pongamos tres millones de años-todas las estrellas podrían haberse extinguido, el universo estuviera en colapso y nosotros siguiéramos aquí sin enterarnos de nada, en nuestra pequeña aldea global sobreviviendo con nuestras glorias y soportando nuestras miserias. Aún así el ser humano seguiría viviendo miles y miles de años con la ilusión óptica de que el universo existe. Nos daría tiempo a producir millones de obras de arte y provocar miles de guerras antes de darnos de bruces con la nada.

Esto me lleva a reflexionar sobre si lo que vemos existe en realidad o se trata sólo de una ilusión óptica a la manera de Matrix. Para mí la realidad no existe, es sólo real nuestra percepción de las cosas y de los objetos, que está tamizada por nuestras creencias más íntimas.

Es por eso que la ciencia trata de objetivar nuestro entorno para encontrarle una explicación y un sentido a la vida. En este aspecto es igual que la religión, aunque en ésta última nada sea objetivable, pero no por ello menos real.

Es tan pequeña la capacidad de comprensión del ser humano, que somos capaces de descubrir que un planeta existe y luego concluir lo contrario, como le ocurrió al difunto planeta Plutón. Así apareció la noticia en los medios de comunicación, aunque la realidad es que fue recalificado por la Unión Astronómica Internacional (UAI) en el año 2006 desde la categoría de planeta a la de "planeta enano". Triste ocaso. Defenestrado por sus observadores, rodeado de sus satélites Caronte, Nix e Hidra, que ya eran enanos antes y a los que ahora se ha igualado en categoría. Por eso me cae simpático Plutón; para mí sigue siendotan real como los Reyes Magos, tan grande como Manolete ytan planeta como la Tierra.

Por cierto, uno de los mayores espectáculos que uno puede contemplar es el cielo estrellado en una noche clara y en un entorno atmosférico limpio como la cima de una montaña. El caos natural y universal es la máxima expresión de la belleza. Quizás sea por eso que la mente caótica de las personas creadoras produce arte. Pero esto será asunto de otro artículo...

Alvaro Serrano Sacristán