miércoles, 17 de marzo de 2010

VIDA EXTREMA



VIDA EXTREMA

Cuando habitualmente invocamos la palabra “naturaleza” nuestra mente nos evoca maravillosas montañas nevadas, mares azules e infinitos, animales salvajes en una selva o en la sabana, cielos llenos de aves y otras imágenes que a veces observamos cuando salimos de nuestra gruta de asfalto o que las vemos en televisión; en otras ocasiones, si hemos tenido la gran fortuna de nacer en el campo y amarlo, como nuestro querido y añorado Miguel Delibes, nos lleva a pensar en humedales, suaves colinas de alisos o de alcornocales, en nuestros olivares y ríos; y en la fauna que se reúne en nuestro entorno más cercano: truchas, perdices, jabalíes, halcones, águilas, buitres.

Todas ellas son formas sofisticadas de vida. Juegan dentro de la pirámide trófica en la división más alta, en la más espectacular. Es la que percibimos más fácilmente,quizá porque han sido a lo largo de la evolución nuestro alimento y en ocasiones nuestros depredadores.

Pero la vida natural es mucho más amplia. Siempre me ha gustado percibir los detalles de esos seres no tan llamativos, a los que no prestamos nuestra atención, pero que está llena de absolutos supervivientes, seres que se ganan la vida con el batir de sus alas ó el fluir de su savia. ¿Habéis observado los jilgueros? ¿No os parecen tan listos como el Lazarillo de Tormes, hurtando a escondidas las pequeñas migajas que la vida pone a su disposición? Os habeis fijado que aún en las estructuras más desalmadamente artificiales de cemento y hormigón que invaden nuestro ecosistema urbano, siempre aparecen, al cabo del tiempo, algunos brotes verdes, unas pequeñas hojas ó tallos de algunas especies herbáceas que son capaces de enraizar en el más absoluto de los desiertos?
Hace unos días, la NASA ha descubierto a dos de estos seres aguerridos, diferentes, ocultos, admirables. A 200 metros bajo la capa de hielo de la Antártida, en la más absoluta oscuridad, donde no se esperaba encontrar más que unos pequeños microbios, se ha grabado la existencia del “Lyssianasid amphipod” una especie de gamba de unos 8 cm de longitud, y de otro ser parecido a una medusa de unos 30 cm. El que exista vida, en estas condiciones tan extremas, animan las teorías de los científicos sobre su existencia en nuestro entorno más cercano del espacio.

La mera presencia de estos seres, su capacidad de resistencia, su adaptación a las condiciones más extremas, me llenan de optimismo. Me invitan a pensar que no está todo perdido, que por muy mal que se ponga el planeta siempre saldremos adelante, seremos capaces de adaptarnos y sobrevivir.

Otra vez la naturaleza nos enseña el camino. Ellos son todo un símbolo de nuestro mundo que podemos extrapolar a nuestra sociedad. Hoy en día los depredadores son los que reinan en el mundo, que a su vez está repleto de supervivientes invisibles que a pesar de las crisis sobreviven, aunque sea en el abismo profundo de la pobreza, el analfabetismo, la represión.

Siempre vamos a salir adelante, se pongan como se pongan los tiburones.

Álvaro Serrano. Marzo 2010.